Lo único que nunca cambia es lo bien que me hace sentir un rayo de sol. Es como la certeza de que todo va a seguir en su sitio, que no voy a perder lo que tengo, que el calor y el color que me da durarán para siempre, que la luz del verano nunca se apagará. Es sublime. Efímero. Pero no lo cambio por nada. Es mi perfección. No pido más que un instante de sol al día. Aunque puestos a pedir, me gustaría que durara desde que amanece hasta que anochece, para no perderme un solo momento. No lo voy a negar, me encanta ver la lluvia caer tras los cristales, pero disfruto mucho más el calor del sol acariciándome la piel y oscureciéndola poco a poco, sin prisa pero sin pausa, con fuerza. Como la respiración acompasada de dos personas mientras echan un polvo. Transparente, limpia, llena de vida, de rudeza. Luz, blanca, clara.
Listen to my voice, it's my disguise.
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